Km.17 Corpus Domini sit mihi ad probationem hodie. Hablamos de Ordalía de Rafael Courtoisie, 2016, Huerga & Fierro Editores
Resulta un tanto difícil imaginarse
al Henry Fonda de 12 hombres sin piedad,
tratando de demostrar, ante una orden jurídica de la Edad Media, la inocencia
de Dios. Y es que, la ordalía o Juicio de Dios, se basa en un proceso judicial
que dictamina la inocencia o culpabilidad de una persona mediante pruebas
basadas en el castigo físico. La supervivencia a estas pruebas era lo que decidía
la inocencia del acusado. Mediante esta premisa asistimos a la Ordalía de Rafael Courtoisie
(Montevideo, 1958), un breve poemario donde el escepticismo, la rabia, la denuncia
social y el existencialismo son las voces acusadoras que adopta el poeta contra
la figura de Dios y el tratamiento de su Creación.
Rafael Courtoisie recupera la
representación del Dios del Antiguo Testamento, con todas las acepciones que
ello implica, y lo desprovee de toda supremacía divina. De este modo, se torna
en una figura absolutamente humana y puede ser reprendido y juzgado de igual a
igual por el poeta. Los primeros versos establecen las bases de lo que
acontecerá a lo largo del libro: “Sordo como una tapia/ no escucha/ plegaria ni
grito alguno”. Se trata de una premisa sencilla, sin embargo, es un primer
esbozo que irá definiendo la visión del poeta sobre Dios. Ya en estos versos,
se aprecia a una figura que es vulnerable a su propia ley, que pone en entredicho
su perfección. A esto le seguirá el compendio de 19 poemas que forman La obra de Dios. La breve extensión de
los poemas, así como el predominio del verso de arte menor, denota una clara
intención de sugerencia, sin dejar por ello de ser abiertamente explícito: “Mi
madre muerta/ sueña conmigo/me alcanza su mano tibia/ entre brumas heladas/
despierto/ ¿Estoy vivo?”. La concisión de este tipo de poemas les dota de un
tono aforístico, influencia de autores como Cioran o Nietzsche, cuya fuerza
retórica podría hacer prescindir al autor de la versificación y presentarlos
como aforismos, como el caso del poema número 8 de este conjunto: “Creer en
Dios/ cuando se siente/ miedo/ en la vida/ mientras se agoniza”.
En Merci beaucoup, título especialmente irónico al igual que el tono
del poema, encontramos uno de los textos más explícitos del libro de alto
contenido social: “Mi país mana leche agria/ y acíbar”. En esta radiografía
incisiva sobre la sociedad, se pone de manifiesta esa negación de los aspectos
sórdidos que nos definen, mediante la apariencia y la incapacidad de ver el
problema en uno mismo: “Tu padre es un patriota/ un héroe anónimo/ como tantos”.
El uso del verso de arte mayor, el
versículo y la prosa poética se emplea, mayoritariamente, en composiciones más
incisivas e, incluso, de corte místico como son los poemas recogidos bajo el
título de Ejercicios espirituales. El
poema número 7 de esta sección, que representa la perfección en la numerología
cristiana, dibuja la Pasión de Cristo y explota la belleza de su vacuidad: “Erótica
de la fe desnuda, del hueso/ desconocido y blanco/ erótica del filo/ erótica
del hierro/ de los clavos/ Nombre de todas las cosas/ y de ninguna/ Cruz de los
caminos”.
No hay mayor ejemplo de la vunerabilidad de Dios que el poema Langue et parole donde se le muestra cometiendo uno de los pecados capitales: el orgullo. La destrucción de Babel por miedo a que el hombre pudiese llegar hasta él, viendo amenazada su propia autoridad: "En Babel, todos hablaban tu lengua/todos se comunicaban contigo (...) y tuviste miedo/ de que llegaran".
Al concluir la lectura de estas
páginas, da la sensación de que ni el jurado nº8 podría convencer al resto de
sus compañeros de la presunción de inocencia del acusado. Sin embargo, a
diferencia de Nietzsche, Courtoisie no pretende matar a Dios, sólo oponerse a él y, desde un sentido retórico, combatirlo.
Al igual que a los hombres, su finitud podría convertirle en su propio mártir
y, en última instancia, dotarle de la imagen gloriosa que se le atribuye. Lejos
de esta premisa, Rafael Courtoisie sabe, tan bien como yo, que si Dios sigue
vivo es porque vale menos que muerto.
Km.17 Corpus Domini sit mihi ad probationem hodie. Hablamos de Ordalía de Rafael Courtoisie, 2016, Huerga & Fierro Editores
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