Foto de Inés Martínez
KM0: ¿Por qué treinta y
seis?, ¿quiénes son esas mujeres?
Gema: La
idea proviene de un cuadro de Max Ernst titulado Treinta y tres
muchachas salen a cazar la mariposa blanca. De ahí nació un
poema breve, que es precisamente el que cierra el libro, en el que
traté de definirme con los versos siguientes: “Treinta y seis
mujeres salvajes/ tiñen mis piernas tañen mis goznes / yo no tengo
autor”. No sé por qué treinta y seis y no treinta y tres. Tal vez
es una mera cuestión fonética. Tal vez buscaba, inconscientemente,
otro nuevo guiño a Pizarnik, ya que se quitó la vida a los treinta
y seis. Luego, al contar los poemas que formaban parte del libro, me
di cuenta de que el número volvía a repetirse: hay treinta y seis
poemas que hablan de treinta y seis mujeres que podrían ser la
misma. O no.
KM0: ¿Nos puedes
explicar la estructura del poemario? ¿por qué elegiste partes del
cuerpo? ¿Qué son las palabras-palmas de la mano, los labios
precipicio y los ojos horizonte?
Gema: La
idea parte de la poeta rusa Marina Tsvietáieva, creadora del término
“palabras-palmas de la mano” en una carta amorosa que dirige a un
editor del que está enamorada. Esas palabras-palmas de la mano son
aquello que tiende hacia el otro para saber más de él, para ir en
su búsqueda. Son interrogantes no exentos de angustia, un intento de
hallar respuestas y no encontrarlas en las líneas de la mano, donde
es observable la vida. Así, en estos poemas de la primera parte del
libro todo es pregunta. No hay ninguna certeza.
A
partir de este término se me ocurrió imaginar otros dos que me
sirvieran para repensar cuál era el recorrido que había seguido en
el libro. Todos nacen de partes del cuerpo porque mi escritura tiene
mucho de corporal. En la segunda parte, “labios precipicio”
aparece el amor, y con él, la escritura. El poema Alumbramiento
trata de crear un paralelismo entre la creación artística y el
enamoramiento: inventas a la persona de la que te enamoras porque
proyectas sobre ella tus deseos íntimos. Todos estos poemas o muchos
de ellos están inspirados en obras pictóricas o musicales, son un
intento de decir con otro ritmo, de otra manera.
“Ojos horizonte” es la llegada a la calma, a la serenidad. La
serie Simetrías traza un hilo entre Francesca Woodman
(fotógrafa) y Alejandra Pizarnik (poeta), pues ambas compartieron un
equilibro dudoso entre la vida y la muerte. Resulta verdaderamente
asombrosa la correspondencia que existe entre las composiciones de
estas dos mujeres. Finalmente, incluí en esta parte una suerte de
epílogo titulado El lugar para ser, en el que se vuelve al
silencio del que se partía al principio. Aunque esta vez es un
silencio escogido, de quien sabe que no debe decir más, al menos
durante un tiempo.
KM0: Como norma general
he detectado que a lo largo del libro se repite el recurso de la
paradoja ¿Es intencionado? Por ejemplo: “Cuando
pronuncio”, “tu no perfume tu no presencia”.
Gema: La
paradoja refleja ese intento de expresar algo y no conseguirlo, es un
columpiarse en el abismo. En este poemario es tan importante lo que
dices como lo que callas. En el fondo no es más que el duelo
constante de quien escribe.
KM0: El vacío y la
soledad se reflejan en muchos de tus poemas, a veces con cierta
resignación, me pregunto si de alguna manera los vinculas a las 36
mujeres o a la figura general de la mujer, o si se trata más bien
de una situación personal.
Gema: En
este caso creo que es una visión personal, una forma de percibir el
mundo. La soledad y el vacío son esencialmente los temas de los que
ha tratado mi escritura hasta ahora.
KM0: Sueles hablar en
primera persona y tus poemas parecen un monólogo, pero en ocasiones
te diriges a un tú y muchas veces lo haces mencionando a la poesía
o a la palabra como si ese tú fuera casi un personaje de ficción:
“Donde empieza la palabra te apareces, quiero dejar de escribir
sin dejar de crearte”,”eres una palabra que no inventé yo”.
¿puedes darnos alguna pista?
Esos
poemas se dirigen a un tú que es un yo, es el doble al que estoy
interrogando para saber otra vez cómo decir. Hay poemas que sí
están destinados a un tú concreto con el que dialogo porque quiero
compartir mi búsqueda a través de la palabra. Sin embargo, en la
mayoría de ocasiones, ese tú es también la propia literatura.
KM0: ¿Es un libro
feminista o femenino?
Gema: Creo
que es un libro feminista porque reivindica la escritura de la propia
vida, una escritura que nace de la intimidad y se enuncia desde esa
posición. Creo en el igualitarismo y por eso veo necesario un
reclamo: el de que las mujeres recuperen la voz. En cuanto a
femenino, por supuesto que es femenino si con eso queremos expresar
que profundiza en temas que generalmente se han asignado a la mujer,
como pudiera ser el erotismo, pero la cuestión que deberíamos
plantearnos es si existe una escritura femenina como tal y si es así,
en qué se diferencia de la masculina. Yo no lo tengo tan claro.
Siempre he querido que mi escritura fuera transparente, andrógina.
KM0: ¿Quiénes son las
mujeres con platos en los labios?
Gema: Son
las mujeres Mursi, pertenecientes a una tribu africana, a las que se
somete tradicionalmente a un ritual que resulta una tortura por una
cuestión estética. Las descubrí que vi en una exposición de un
fotógrafo, Sebastiao Salgado. El poema está escrito durante un
viaje a Granada en autobús; el paisaje que veía a través de la
ventana me recordaba mucho a África y pude imaginar a una de esas
mujeres con un plato en los labios cruzando la carrera, arrastrando a
cuestas su dolor.
KM0: Hemos echado cuentas
y hay una gran equidad a la hora de mencionar referentes masculinos
y femeninos en el libro, 6 son hombres y 7 son mujeres, y no todos
son escritores, también hay artistas plásticos y visuales como
Woodman, klee y Munch, ¿hay alguna razón intencionada en esta
equidad?, ¿cómo te influyen para escribir otros artistas?
Gema: Lo
cierto es que no había reparado en ese equilibrio entre autores y
autoras, sólo es una hermosa casualidad. Siempre me han influido
tanto ellos como ellas, por lo que no me parece extraño que haya
sucedido. Como ya he mencionado antes, otros artistas como pintores,
fotógrafos o músicos me interesan en la medida en que buscar
expresar lo mismo con otros lenguajes, de manera que investigar y
disfrutar de ellos enriquece la experiencia de la escritura.
KM0: Este es tu tercer
libro, ¿cómo crees que difiere “Treinta y seis mujeres” de
“Compañeros del crimen” y “Morada y plata”?
Gema: Morada
y plata es un primer libro que se caracteriza por el ímpetu, el
torrente verbal. Me resulta lejano pero no reniego de él; la
escritura es un proceso de aprendizaje, y aquellos primeros tanteos
poéticos hicieron su papel.
Compañeros
del crimen y Treinta y seis mujeres están más próximos,
son libros en los que hay un gran trabajo detrás. Para mí son hijos
distintos porque en cada uno persigo una cosa distinta: Compañeros
es el libro de la locura, mientras que Treinta y seis mujeres es el
libro de la conciencia literaria.
KM0: Sabemos que eres
poeta, ¿tienes en mente escribir alguna obra de otro género?
Sí,
me gustaría escribir algo diferente, ya no un poemario sino una obra
sin género, híbrida, en la que todas las formas tengan cabida. Pero
eso es un proyecto a largo plazo, sin fecha por ahora.
KM0:¿Cuáles son tus
planes de futuro profesional y poéticamente?
Gema: Este
año empezaré el doctorado en Estudios Literarios, y con suerte,
dedicaré los próximos años a la escritura de mi tesis y me dejaré
la piel para conseguir una beca. Poéticamente, todavía no tengo
nada cerrado. En este momento me apetece indagar en la forma del
verso, decir más cosas con menos palabras. Mis ritmos son otros,
ahora necesito volver al poema una y otra vez hasta poder decir: ya
está, lo he terminado.
Km.5 Hablamos con Gema Palacios y sus Treinta y seis mujeres, 2016, El sastre de Apollinare
Reviewed by Clara C. Scribá
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14:40
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